Carlos III hereda un reino diverso, desgarrado por la desigualdad y dispuesto a reabrir las heridas coloniales.
El primer encuentro que Basharat Shaheen tuvo con la reina Isabel II fue a través de los sellos pegados en las cartas que llegaban a Pakistán. Las enviaba su abuelo desde Birmingham, donde trabajaba en los molinos textiles. “Era duro, pero a cambio sus hijos pudieron ir a la escuela y acceder a ayudas sociales”. Shaheen creció escuchando que Isabel II se lo había “dado todo” a los trabajadores de la Commonwealth que como su abuelo fueron nutriendo en sucesivas oleadas la falta de mano de obra en la entonces pujante indu.
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