Los especialistas optan por ponerse “en el peor escenario”, si bien los datos del hemisferio sur aportan tranquilidad.
Tras dos temporadas de frío en las que las medidas de prevención contra la covid-19 han descolocado (e incluso dejado fuera de juego en la temporada 2020-21) al virus de la gripe, la campaña que arranca este otoño se encara de nuevo en condiciones prepandemia —sin medidas no farmacológicas que reduzcan la transmisión de enfermedades infecciosas como las mascarillas o la distancia social—. La temporada pasada, la gripe se comportó de forma anómala, apareciendo incluso en primavera. Los especialistas coinciden en que la situación es “imprevisible” y, ante tal escenario, recomiendan “prepararse para lo peor“.

Según el último informe del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), tras el descenso de la incidencia registrado por el sistema centinela de Atención Primaria desde finales de la primavera, a finales de julio comenzó a detectarse un aumento progresivo de las tasas que se prolongó durante las siguientes cinco semanas consecutivas, hasta finales de agosto. Pero a comienzos de septiembre comenzó a descender. La última semana analizada, del 5 al 11 de septiembre, la tasa de incidencia de gripe disminuyó respecto de la semana previa (41,9 casos por cada 100.000 habitantes frente a 48,5). Esta cifra refleja un ligero descenso respecto a la semana previa (45,34). Por edades, las mayores tasas esta semana se observaron en los niños, principalmente en los menores de 5 años (123,2), seguido del grupo de 5-14 años (90,8).

En cuanto a los hospitales, los ingresos por gripe aumentaron “ligeramente” situándose en el 2% (frente al 0,3% en la semana anterior). Las mayores tasas de hospitalización por este virus se han observado en el grupo de 80 o más años a lo largo de toda la temporada, cuando ha ido fluctuando entre el 0,3 y el 15% entre los más mayores.

“La gripe es una enfermedad infecciosa imprevisible. Lo que hemos visto la temporada pasada no se corresponde con lo que conocíamos de décadas anteriores porque tuvo dos fases, una entre noviembre y diciembre y luego, después de un silencio, en febrero volvimos a recuperar actividad gripal que se mantuvo hasta bien entrada la primavera. Y en los meses de verano hemos tenido también algunos pequeños brotes”, explica el microbiólogo José María Eiros Bouza, responsable del Centro Nacional de Gripe de Valladolid, uno de los laboratorios de investigación y seguimiento de la Red Mundial de Vigilancia de la gripe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).